El aumento del salario mínimo sigue siendo un tema de gran interés para los trabajadores, y como cada año, se espera con expectación el ajuste próximo.
En medio de una inflación descontrolada, el debate se ve condicionado, ya que un aumento mal calculado podría agravar el problema de los altos precios y abrir la puerta al desempleo.
Cada sector defiende sus argumentos para respaldar el incremento que considera adecuado, pero todos son conscientes de la situación económica, al borde de una posible recesión. Por ello, quienes participan en estas deliberaciones tienen una gran responsabilidad frente al país. Economistas y empresarios abogan por un ajuste que no sobrepase el 12%, mientras que algunas centrales obreras sugieren un máximo del 13%.
El panorama económico marca la pauta. Mañana, 28 de noviembre, se llevará a cabo la comisión de concertación, donde las partes interesadas expondrán sus propuestas. La ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, ha resaltado la importancia de este aumento para mantener el poder adquisitivo de los colombianos.
El núcleo de la discusión se centra en el alto costo de vida, un factor que ha puesto a la economía en una posición difícil. En su intento por controlar los precios, el Banco de la República ha aumentado las tasas de interés al 13.25%, un nivel no visto desde 1999. Esto, inevitablemente, impacta en el consumo, elemento crucial para la generación de riqueza.
A pesar de que la política monetaria ha tenido cierto efecto, con siete meses de desaceleración en la inflación, esta aún se encuentra lejos de alcanzar la meta establecida (2%-4%). Los expertos advierten que un aumento impulsivo y poco fundamentado podría desencadenar una espiral inflacionaria, afectando especialmente a los hogares más vulnerables.
Un aumento excesivo, aunque pueda parecer un alivio para los trabajadores en un principio, conllevaría un incremento constante en los precios de bienes y servicios.
“Subidas superiores al 12% activan una inercia inflacionaria en toda la economía a través de costos e indexaciones informales, dificultando el logro de la meta de inflación del banco central”, afirmó Juan Camilo Galvis, profesor de economía de la UPB.
“Sería prudente”, agregó, “un aumento cercano al 10%, equivalente a la inflación esperada para 2023. Esto ayudaría indirectamente a controlar la inflación y favorecería una recuperación económica más rápida